Mothers/Madres

by Jay McAdams

I had a great mother. We really laughed a lot. She taught me to laugh because she was so quick to laugh and she thought I was hilarious. She loved to watch me perform. She was my biggest fan. It’s hard now to understand why I spent so much time being mad at her in adulthood. But that’s how we do our mothers, right? We grow up and get mad at them. For everything. I’ve blamed my mother for everything at some point. But now that she’s gone, all that’s diminished. It goes away instantly. Now I just miss her. And that doesn’t go away.

About a decade ago she was visiting me in LA and I was going to buy a new pair of running shoes and she really wanted to buy them for me, like she used to when I was little. She had me walk around the shoe store limping with the new shoe on one foot and an old shoe still on the other. At the time I remember feeling embarrassed at being a middle-aged man whose mother was buying him a pair of shoes. But now, years later, I can’t imagine why I would have felt anything but sweetness and joy in that store with my mom. But that’s how we do our mothers, right? I have worn those shoes out over ten years, but I refuse to get rid of them. The sole is coming off of the right shoe, which has caused me to trip several times, yet I can’t get rid of those shoes. I’m clinging to them because somehow they link me to her still. Those are the last shoes my momma ever bought me and that means a lot to me now. So this Mother’s Day, I’ll put them on when I take my dog for a run, and I’ll smile when I think of mom buying me those shoes, and I’ll try my best not to trip over my own sole.

 

por Jay McAdams

Tuve una gran madre. Realmente nos reímos mucho. Ella me enseñó a reír porque ella era muy rápida para reír y creía que yo era divertido. Le encantaba verme actuar. Ella era mi fan número uno. Es difícil ahora entender por qué pasé tanto tiempo enojándome con ella en la adultez. Pero así es como hacemos con nuestras madres, ¿verdad? Crecemos y nos enojamos con ellas. Por todo. He culpado a mi madre por todo en algún momento. Pero ahora que se ha ido, todo eso ha disminuido. Se esfuma inmediatamente. Ahora la extraño y eso no desaparece.

Hace una década me visitó en Los Ángeles y yo iba a comprar un par de tenis nuevos para correr y ella realmente quería comprarlos para mí, como solía hacerlo cuando era pequeño. Me hizo caminar alrededor de la tienda de zapatos, cojeando con el zapato nuevo en un pie y el zapato viejo todavía en el otro. En ese momento recuerdo haberme avergonzado de ser un hombre de mediana edad a quien su madre le estaba comprando un par de tenis. Pero ahora, años más tarde, no puedo imaginar porqué no habría sentido nada más que dulzura y alegría en esa tienda con mi mamá. Pero así es como hacemos con nuestras madres, ¿verdad? He usado esos zapatos por más de diez años, pero me niego a deshacerme de ellos. La suela se está despegando del zapato derecho, lo que me ha hecho tropezarme varias veces, pero no puedo deshacerme de esos zapatos. Me aferro a ellos porque de alguna manera me vinculan a ella todavía. Esos son los últimos zapatos que mi madre me compró y eso significa mucho para mí ahora. Así que este Día de la Madre, me los pondré cuando lleve a mi perro a correr y voy a sonreír cuando piense en mi mamá comprándome esos zapatos y haré todo lo posible para no tropezar con mi propia suela.